25 de febrero de 2015

La Verdad


Pobrecita La Verdad, tan grandullona, tan boba, tan carente de sutilezas.
Tan Gulliver.
Tropezó con la agilidad risueña con la que se movían a su alrededor las verdades pequeñitas, las subjetivas, las parciales
y relativas, cayó al suelo, y con el peso de sus dos enormes letras mayúsculas, ya no se pudo volver a levantar.